viernes, 4 de octubre de 2013

Bélgica, de Chantal Maillard


Se podría leer Bélgica como muchas cosas: un diario, un relato sobre la búsqueda de la infancia, unas memorias, una colección de pensamientos, un poemario e incluso como un libro de viajes. Pero no es nada de eso, y a la vez lo es todo, y mucho más. Como no, quien mejor lo define es su propia autora, Chantal Maillard:

Relatar los hechos no es el propósito de esta escritura que quiere ser poco más que una herramienta destinada a atrapar los destellos de la memoria y transcribir su estela.




Un propósito proustiano, se pensará (pero al final descubriremos que no, o al menos no del todo). A un libro con esta ambición se le oponen múltiples obstáculos (caer en el solipsismo, pecar de grandilocuencia, regodearse en lo simbólico), pero también es cierto que para lograr una verdadera obra de arte hay que asumir riesgos. Maillard propone una experiencia que a algunos lectores les producirá rechazo instantáneo. Pero los que se atrevan a acompañarla en sus viajes se verán recompensados por un claridad a menudo deslumbrante.

Si nos pusiéramos a citar extractos del libro, no acabaríamos nunca. Tan repleto está de hallazgos, de imágenes fulgurantes, de reflexiones originales, de conclusiones categóricas. Es un libro viejo que se descubre como si inventara un nuevo género, un libro mestizo (zinneke) que de tan íntimo nos atañe a todos.


Editorial Pre-Textos


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