Tras haber presentado a
los personajes y la trama en La incógnita a través de una narración
epistolar, Galdós se pone un nuevo reto y decide contar la misma
historia en La realidad desde otro punto de vista y usando la
complicada técnica de la novela dialogada. Casi parece un ejercicio
de masoquismo, ya que pocos métodos parecen más arduos que el de
estructurar una narración simplemente a base de conversaciones y
algunos soliloquios.
Es cierto que esta vez la
jugada no le sale del todo redonda al maestro y en algunas ocasiones
se hace trampas, como esas largas introspecciones demasiado
explicativas, o cuando los personajes se ponen a hablar consigo
mismos rodeados de gente, como apartes teatrales demasiado estirados.
Pero la tour de force galdosiana es como siempre deslumbrante.
La trama también esconde
sus sorpresas. Si La incógnita se trataba de una novela policíaca
avant la lettre, en La realidad nos encontramos con una innovadora
historia de fantasmas. Los espectros aparecen con perfecta presencia
humana y ejercen un papel de conciencia delatora. En el fondo, la
trama criminal es lo de menos. Lo más profundo es la lucha interna
entre los personajes, casi una cuestión calderoniana sobre el honor,
pero puesta al día por la afilada perspicacia de Galdós.
Editorial
Aguilar
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