jueves, 3 de octubre de 2013

El gran sueño del paraíso, de Sam Shepard


Después de terminar alguno de los cuentos que conforman El gran sueño del paraíso, el lector se puede encontrar ante una duda filosófica: lo que me acaba de contar Sam Shepard, ¿es muy profundo o muy banal? Porque algunas de sus historias son tan ligeras, tan sutiles, tan abiertas, que pueden dejar una sensación de falta de sustancia. En el cuento moderno el lector tiene que poner mucho de su parte; al menos desde Chéjov el concepto de cuento cerrado parece algo del pasado. Pero una cosa es la insinuación y otra dejarlo todo en manos del lector.




Shepard es uno de esos autores que nos podemos imaginar cuando personificamos al “autor norteamericano”, en la estela de Hemmingway. Un hombre de las praderas, hecho a sí mismo, con múltiples habilidades. Pero quizá esta amplitud de oficios también difumina un poco su percepción y embrolla la comprensión de su obra, lo que no tiene por qué ser malo.

Los mejores cuentos de esta selección son los que mantienen una estructura similar a una escena de teatro. Abundan los diálogos sugerentes y una acción pausada en la que los personajes muestran sus conflictos, nunca de manera explícita, sino que se dejan adivinar a través de comentarios casi marginales y de un tono ligero. El mejor de todos nos ha parecido el que da título al libro, una historia crepuscular esta vez casi sin diálogos, pero en la que todo queda entendido.


Editorial Anagrama
Traducción de Eugènia Broggi

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