Si para alcanzar fama como
pintor, Vincent van Gogh tuvo que esperar hasta después de su
muerte, e incluso una década más, para su apreciación como
escritor parece que un siglo no ha sido suficiente. Y es seguro que
nunca será tan apreciado en esta faceta, pero poco a poco la
profundidad y humanidad de su voluminosa obra epistolar va ganando
admiradores.
Cartas a Theo es una
selección de las correspondencia que mantuvo con su hermano a lo
largo de 17 años, desde sus inicios como misionero cristiano hasta
la última carta que escribió en su lecho de muerte. Aunque hay
extractos de todo este periodo, la muestra más abundante es la que
se centra en su estancia en Arlés durante un año, una año de
explosión creativa, pero también de derrumbe mental.
Las cartas de Van Gogh se
podrían tomar como una lista de consejos para un joven pintor. Su
preclaro entendimiento de los grandes maestros, su pasión por el
estudio y el trabajo, su dedicación monacal por el arte, sus
reflexiones sobre el oficio de pintor. Vincent se muestra tal cual
es, confuso, decidido, siempre aprendiendo, siempre dando un paso más
allá. Y, por supuesto, cuando habla de arte, de lo que habla es de
la vida.
También hay una
importante advertencia en estas cartas. A cualquier artista le
gustaría ser “un Van Gogh”, un genio creativo admirado por todo
el mundo. Pero ¿cuánta gente estaría dispuesta a tener la vida de
sacrificios, soledad y desilusión permanente que tuvo Vincent para
alcanzar esa gloria postuma?
Alianza
Editorial
Traducción
de Francisco de Oraá
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