Aunque nunca hemos estado
allí, nos da la sensación de conocer perfectamente el Sur de
Estados Unidos. Gracias a Faulkner, O'Connor, McCullers o Weltry,
conocemos sus peculiares habitantes, su dureza, su racismo. Y sin
embargo, por mucho que creamos saber sobre este lugar, sigue
pareciéndonos un mundo aparte, casi de otra galaxia. Somo como ese
personaje también típicamente faulkneriano que llega no sé sabe de
dónde y que se encuentra con un paisaje incomprensible y hostil.
Pete Dexter pertenece a
esta misma estirpe de escritores que ha intentado desentrañar las
esencias del Sur sin ahorrarse detalles macabros ni escenas
impactantes. Paris Trout, que también es el nombre del protagonista
de la novela, es un libro tan extraño como los habitantes de este
lugar. Un libro en el que se mezcla el horror y el humor, la
evocación y la brutalidad. Un lugar que podemos empezar a
vislumbrar, pero que nunca llegaremos a entender.
El lector mantiene durante
toda la novela una sensación de desasosiego. Y eso que, por muy
terrible que sea lo que cuenta, Dexter se mantiene en todo momento
frío, sin incidir en los aspectos más desagradables. Así que el
lector tiene que asumir todas las barbaridades que va descubriendo
casi con impasibilidad, como si todo fuera perfectamente normal.
Uno de los grandes logros
de Dexter es la creación de su personaje central, ese Trout
desalmado y testarudo que desencadena la tragedia. Una tragedia que
puede tener muchos responsables, incluido algo tan abstracto como “la
sociedad”, pero que a fin de cuentas tiene un único ejecutor, un
personaje que ya ha ingresado en la abarrotada galería de monstruos
sudistas.
Editorial
Anagrama
Traducción
de Jordi Beltrán Ferrer
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