Adentrarse en un género
como la ciencia ficción, a menudo acusado de quedar desfasado con
demasiado rapidez, y leer un libro en el que el futuro es ya pasado,
puede suponer una prueba de fuego. Pero el interés de comprobar si
las predicciones se han cumplido es bastante limitado: después de
todo, los escritores de ciencia ficción son simplemente eso,
escritores, no futurólogos.
En cualquier caso,
Crónicas marcianas es un libro que conviene leer no hacia adelante,
como un modelo de anticipación, sino hacia atrás. Hay que tener en
cuenta que cuando Ray Bradbury escribió esta colección de cuentos
la II Guerra Mundial acababa de terminar y su recuerdo y el de las
dos bombas atómicas lanzadas sobre Japón todavía era reciente. Es
con esto en mente como se pueden interpretar unas narraciones
desoladoras, teñidas de pesimismo y que más que como historias
futuristas se leen como historias de terror.
Otro reproche que se suele
hacer a la ciencia ficción es que se basan demasiado en la
simbología. Es natural que las historias de ficción sean de hecho
parábolas con intenciones de denuncia social, representación
histórica, o cualquiera que sea el verdadero propósito del autor.
Pero en la ciencia ficción más que en otros géneros se corre el
peligro del acartonamiento, de que todo suene a falso, a que nos han
presentado un escenario muy bonito para después descubrir que detrás
del telón no hay nada.
Pero Bradbury evita este
efecto con una genuina maestría a la hora de combinar historias de
fantasía con un trasfondo social y psicológico mucho más profundo.
Las interpretaciones son diversas y se multiplican en cada relato: el
belicismo autodestructivo, el racismo, el peligro de las ideologías
desbocadas, el afán destructor del colonialismo... Tampoco faltan
las referencias literarias (que hoy también podemos leer hacia
adelante: el influjo de Bradbury ha sido constante) y, ante todo, ese
tono desesperado que se convierte en un atronador grito. Un grito
que, en el espacio, nadie escucha.
Editorial
Minotauro
Traducción
de Francisco Abelenda
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