Ya en una carta incluida en la introducción a esta edición de El caballero inexistente ItaloCalvino advertía sobre los peligros de la sobreinterpretación. En una época en la que la política intentaba adueñarse de cualquier expresión artística, se tomó la historia aquí contada como una fábula sobre el Partido Comunista (y lo gracioso es que, puestos a imaginar, la cosa tiene sentido). Pero la grandeza de Calvino es que su capacidad para sugerir no se acaba nunca: cada lector puede crear su propia historia.
Además de la política,
otro campo peligroso para el arte avanzaba por aquellos finales de
los 50: la experimentación gratuita. Casi todos los libros que
cayeron en esta moda hoy han quedado olvidados o ilegibles. Si los
relatos de Calvino mantienen su vigencia es porque, junto a su gusto
por el juego y su irreverencia ante las normas de la escritura,
también poseía un genuino talento para la narración y un fondo
cáustico que conservan su frescura.
El caballero inexistente
es la última parte de la trilogía que forma Nuestros antepasados.
Quizá sea menos reconocido que El vizconde demediado y El barón
rampante, pero en la comparación no pierde ni en gracia ni en
inventiva. En esta ocasión Calvino viaja más lejos en el pasado, en
el que mezcla a Carlomagno y los Caballeros del Grial para configurar
un mundo que combina mitos e historia de manera desenfadada.
Cada episodio del libro se
puede leer como una fábula moral (o política, sí), y el conjunto
ofrece un estimulante enigma sobre la propia identidad, sobre la
búsqueda de los orígenes (objetivo no disimulado de toda la
trilogía), sobre qué nos hace ser humanos. Un tema central en la
obra de Calvino al que no se acercó de manera pretenciosa, sino que
siempre indagó de la forma más apropiada, es decir, con humanidad.
Editorial
Siruela
Traducción
de Esther Benítez
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