lunes, 19 de enero de 2015

El legado de la pérdida, de Kiran Desai


Ciertamente el premio Man Booker no sirve para determinar el mejor libro del año escrito en inglés, pues tal cosa no existe, pero la lista de sus galardones puede ser útil para hacerse una idea del panorama narrativo contemporáneo. El legado de la pérdida, de Kiran Desai, joven escritora india ganadora del premio en 2006 , podría ser un buen ejemplo de esta capacidad para detectar por dónde van los tiros en la novela actual.

También es cierto que entre los valores de El legado de la pérdida no está la originalidad. Las historias cruzadas de un juez retirado del norte de la india, su nieta huérfana que descubre el amor por primera vez, las aventuras del hijo de su cocinero en Estados Unidos y el ambiente de fondo de las luchas nacionalistas, aunque en paralelos diferentes y con matices diversos, suena a literatura ya conocida. Incluso el título tiene un inequívoco aire a lo Naipaul.




Por ello, lo verdaderamente relevante de la novela es la perspectiva que aporta Desai. Todo en El legado de la pérdida parece perfectamente medido. La estructura, de apariencia dispersa, es en realidad un juego de equilibrios muy meditado. Las vidas de los personajes, que van apareciendo y mezclándose de manera caótica, al final confluyen de forma inevitable. Así que es la personalidad de la autora, que logra asomarse por encima de la profesionalidad del escribidor, lo que dota al libro de verdadera alma.

A lo largo de toda la narración se percibe una incomodidad en sus personajes, ninguno se siente conforme en su piel. Los que han conocido el progreso occidental se sienten confinados y cautivos en el mundo estrecho de la India profunda. Pero es que el emigrante que va a América en busca de oportunidades, solo encuentra desprecio y desencanto. Y también los nepalíes se sienten discriminados respecto a los indios. En esa dificultad de encontrarse a gusto, de poder integrarse en una colectividad, reside la aportación más decisiva de Desai.

Editorial Salamandra
Traducción de Eduardo Iriarte Goñi

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