lunes, 26 de enero de 2015

Mi impresionante carrera, de Miles Franklin


Quizá sería mejor leer Mi impresionante carrera sin saber nada de su autora, no tanto por la sorpresa que supondría descubrir que fue escrita por una adolescente, sino para evitar prejuicios y condescendencias. Pero, en cualquier caso, aún sabiendo de la precocidad de Miles Franklin, es inevitable no recelar en algún momento de la veracidad de la historia, pues aunque Mi impresionante carrera tiene toda la espontaneidad y el espíritu libre que se espera de una autora tan joven, también tiene la perspicacia y el fino análisis de la realidad que se esperaría de alguien mucho más maduro.

El inicio de la historia nos sitúa en esos paisajes evocadores que, a la manera de W. H. Hudson en Allá lejos y tiempo atrás, rememoran una infancia asilvestrada en territorios casi inexplorados. Pero si en la literatura estás invocaciones suelen ser elaboradas y poéticas (por lo tanto, embellecidas), en el caso de Franklin, que retrata sus vivencias de apenas unos años atrás, su visión es mucho menos lírica (aunque incluye descripciones de las grandes extensiones australianas de una gran belleza) y más directa: para ella las cosas todavía no son tan bonitas como la pérdida de memoria nos hará creer.




La originalidad del libro de Franklin se construye sobre las bases de la tradición más trillada. Porque en Mi impresionante carrera no falta ni la historia de amor imposible (con patito feo incluido), ni el extraño alto y moreno, ni tan siquiera la herencia salvadora. Pero es como si Franklin simplemente plantear estos tópicos para después dinamitarlos. En una lucha constante con el lector, que espero que tanto la autora como la protagonista acaben cediendo y se rindan a la convención, al final siempre acaba por imponerse.

Porque lo más atractivo del libro es el espíritu independiente y casi salvaje de Sybylla, su protagonista. Ahora sabemos que Franklin fue una mujer con las ideas muy claras, inquieta y activista en diversos campos. Pero esto sería fácil de intuir tan solo fijándonos en las características de Sybilla, esa muchacha menor de edad, vista por quienes la rodean como una marimacho pero capaz de luchar contra las imposiciones que cree injustas, rebelde ante las convenciones sociales, tenaz y decidida. Y que encima tenía un don natural para escribir.

Editorial Alba
Traducción de Amado Diéguez y Concha Cardeñoso Sáenz de Miera

No hay comentarios:

Publicar un comentario