martes, 28 de enero de 2014

El dios Escorpión, de William Golding


William Golding es uno de esos escritores que parecen ligados a un solo libro. Pese a que El señor de las moscas tuvo un enorme éxito popular (en este caso, sí se trata de un libro que casi todo el mundo ha leído) y a que Golding ganara el premio Nobel de literatura, el éxito de esta primera novela no tuvo demasiada continuidad y hoy en día se diría que hay pocos interesados en reivindicar su figura.

Quizá el problema de Golding es que su carrera se enmarca en la desprestigiada “literatura de tesis”. Sus libros son leídos como parábolas, y aunque su ambición pueda ser atemporal, lo cierto es que están muy marcados por la época en que fueron escritos, y hoy han perdido mucho de su capacidad para provocar controversia. En el caso de El dios Escorpión, que recoge tres relatos largos, queda patente la influencia de las tesis de Thomas Kuhn y su teoría de los paradigmas. Situados en distintos momentos de la historia, en cada cuento comprobamos cómo una sociedad cerrada ve tambalearse sus principios ancestrales por la intromisión de un elemento extraño que trastoca las ideas asumidas.




El primer relato, que da título al volumen, se sitúa en el Egipto prefaraónico. Los ritos, la superstición y la divinidad del poder se verán cuestionados por el extranjero, que sabe algo realmente importante: el conocimiento es fuente de revolución. En Clonc Clonc nos remontamos a una época aún más lejana, en los albores de la humanidad, con una sociedad radicalmente separada por sexos. Como en el resto de los cuentos, el sentido de la historia cambia con un irónico apunte postrero.

El más interesante de los tres relatos es el último, El enviado especial, que nos llevará a la Roma imperial. Un inventor se las arregla para llegar al palacio del emperador y le convence para que confíe en sus habilidades. Ha descubierto la energía a vapor, la pólvora y un misterioso tercer invento que le darán el poder para conseguir la paz y la libertad. Pero sus planes no podían ser tan fáciles de llevar a la práctica: de nuevo nos encontraremos con un desconcertante giro final.

Alianza Editorial
Traducción de Ernestina de Champourcín

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