William Golding es uno de
esos escritores que parecen ligados a un solo libro. Pese a que El
señor de las moscas tuvo un enorme éxito popular (en este caso, sí
se trata de un libro que casi todo el mundo ha leído) y a que
Golding ganara el premio Nobel de literatura, el éxito de esta
primera novela no tuvo demasiada continuidad y hoy en día se diría
que hay pocos interesados en reivindicar su figura.
Quizá el problema de
Golding es que su carrera se enmarca en la desprestigiada “literatura
de tesis”. Sus libros son leídos como parábolas, y aunque su
ambición pueda ser atemporal, lo cierto es que están muy marcados
por la época en que fueron escritos, y hoy han perdido mucho de su
capacidad para provocar controversia. En el caso de El dios
Escorpión, que recoge tres relatos largos, queda patente la
influencia de las tesis de Thomas Kuhn y su teoría de los
paradigmas. Situados en distintos momentos de la historia, en cada
cuento comprobamos cómo una sociedad cerrada ve tambalearse sus principios
ancestrales por la intromisión de un elemento extraño que trastoca
las ideas asumidas.
El primer relato, que da
título al volumen, se sitúa en el Egipto prefaraónico. Los ritos,
la superstición y la divinidad del poder se verán cuestionados por
el extranjero, que sabe algo realmente importante: el conocimiento es
fuente de revolución. En Clonc Clonc nos remontamos a una época aún
más lejana, en los albores de la humanidad, con una sociedad
radicalmente separada por sexos. Como en el resto de los cuentos, el
sentido de la historia cambia con un irónico apunte postrero.
El más interesante de los
tres relatos es el último, El enviado especial, que nos llevará a
la Roma imperial. Un inventor se las arregla para llegar al palacio
del emperador y le convence para que confíe en sus habilidades. Ha
descubierto la energía a vapor, la pólvora y un misterioso tercer
invento que le darán el poder para conseguir la paz y la libertad.
Pero sus planes no podían ser tan fáciles de llevar a la práctica:
de nuevo nos encontraremos con un desconcertante giro final.
Alianza
Editorial
Traducción
de Ernestina de Champourcín
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