lunes, 23 de junio de 2014

El mar, de John Banville


En los últimos años John Banville ha logrado un éxito poco común: reúne tanto una alta consideración crítica y una retahíla de variados premios como un amplio reconocimiento público, esto en gran medida gracias a sus libros de novela negra como Benjamin Black. Pero es seguramente El mar el libro que sigue permaneciendo como su obra más apreciada, quizá porque es la que mejor mezcla las dos facetas del autor, un depurado estilo literario y un texto apto para todo tipo de lector.

El mar comienza de una manera casi convencional, con tres tiempos narrativos diferentes, cierto, pero perfectamente diferenciados. Hay rememoraciones nostálgicas, descripciones cuidadas, personajes melancólicos. Un relato muy evocador. Pero, según pasan las páginas, todo se va mezclando; los diferentes épocas, antes claramente delimitadas, se confunden e integran, a veces en un mismo párrafo. Ya no hay distinción cronológica, no hay una concatenación lógica, sino que en la persona del protagonista viven de manera simultánea todos los yoes que conforman su memoria y su identidad.




Al leer El mar es inevitable pensar en el El mensajero, de L.P. Hartley. Se repite esa mirada adulta hacia una adolescencia turbadora, cuando una realidad inasible se escapaba más allá de la comprensión y que ahora, en la madurez, es recuperada con todas sus implicaciones morales y trascendentes. No es solo “lo que podría haber sido”, sino que este pasado cobra una nueva dimensión, una nueva verdad. La marca es permanente, aunque se haya producido de una manera inconsciente. Y es una herida que sigue supurando.

Pero esta es solo una de las partes de un libro más complejo de lo que podría parecer. Con la intrincación de diversos tiempos y la reunión de diferentes personajes, se puede llegar a interpretaciones muy diferentes, desde el eterno retorno, esa vida repetida en fases sucesivas, hasta la más evidente, sugerida desde el título, de una vida formada por sucesivas oleadas, de aparente calma pero incesante cambio, una acumulación de experiencias que parece morir al llegar a la playa. Pero en realidad este es solo el lugar desde el que poder contemplarla. E intentar entenderla.

Editorial Anagrama
Traducción de Damián Alou


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