Al inicio de esta insólita biografía, Chesterton admite que es bastante improbable que alguien que no haya leído antes nada de este autor se pueda interesar por un libro titulado George Bernard Shaw. Pero en realidad esto no es así por varios motivos: en primer lugar, porque cualquier libro escrito por Chesterton merece la pena, sea cual sea su tema. Pero es que además Chesterton ni tan siquiera se centra en la obra de Bernard Shaw. Eso sería quedarse en la superficie.
Al contrario de lo que ocurriría en una biografía convencional, Chesterton no se ocupa de la vida de Bernard Shaw, ni le preocupa su infancia, ni su vida personal ni su carrera. Sin embargo, a los hechos indudables que un autor normal ni se ocuparía en tratar, Chesterton les da la mayor trascendencia. GBS era irlandés. Y socialista. Y vegetariano. (Estas eran las tres cosas que todo el mundo sabía sobre él). Pues bien, Chesterton se sirve de cada una de estas características para dibujar al personaje. Su mirada es tan particular como la del propio retratado, así que el lector nunca sabrá a qué conclusiones va a llegar.
Y cuando Chesterton finalmente se ocupa de su obra, nos encontramos con que ni tan siquiera menciona las que seguramente sean las obras de GBS que más han perdurado: Pigmalión y Santa Juana. Cierto que Chesterton tuvo la desventaja de escribir el libro cuando Shaw todavía no había escrito estas obras, pero en realidad, para lo que le interesaba, esto es secundario. Chesterton saca sus propias conclusiones de los textos de Shaw, y a menudo da la impresión de que ni tan siquiera le importa demasiado lo que este podría decir. Sabe que nadie le conoce y la ha comprendido mejor que él.
Otra de las paradojas de la obra (aunque ciertamente a Chesterton no le habría agradado este término) es la relación entre ambos escritores. Sería difícil encontrar dos personalidades más opuestas o un tema en el que los dos estuvieran de acuerdo. Sin embargo, durante toda su vida Chesterton y GBS se profesaron una admiración mutua y una amistad a prueba de encontronazos intelectuales. Ambos supieron apreciar la valía de su némesis, y este libro de Chesterton es tanto una refutación de sus tesis como un reconocimiento de su grandeza.
Editorial Renacimiento
Traducción de José Méndez Herrera
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