jueves, 27 de noviembre de 2014

Niveles de vida, de Julian Barnes


Parece que Julian Barnes ha llegado a un punto en su trayectoria como escritor en la que ya se siente libre para hacer lo que quiera. Solo así se explica un libro tan heterogéneo, valiente y sincero como Niveles de vida. Si las dos primeras partes son historias ligeras, agradables, sobre la relación de Nadar y Sarah Bernhardt con los globos aerostáticos (!), el último capítulo, en el cambia totalmente el tono, es un lamento de Barnes por la muerte de su mujer, Pat Kavanagh.

A menudo se ha querido rebajar la categoría de Barnes calificándolo como humorista (como si esto fuera poco, de todas maneras), pero ha sido precisamente este escritor “cómico” quien en sus últimos libros ha roto la barrera de la ironía que siempre ha limitado la literatura inglesa. En Nada que temer ya trataba de manera abierta un tema tan espinoso como el de la muerte y nuestra relación cotidiana con ella. Y en El sentido de un final se preguntaba explícitamente sobre la incapacidad de la literatura inglesa por tomarse nada en serio. Ahora, en Niveles de vida, a Barnes ya no le preocupa parecer sentimental o protegerse tras un distanciamiento impostado: el dolor no tiene nada de gracioso.



En sus relatos sobre Nadar y Bernhardt Barnes demuestra que todavía tiene el pulso de sus mejores momentos. Su escritura es grácil, sabe combinar la anécdota más intrascendente (pero colorida) con la reflexión más aguda. Casi como si fuera una narración cinematográfica, las historias avanzan a través de imágenes de un gran poder evocador y tienen una estructura cerrada, propiciando unas conclusiones que van más allá de lo expuesto. La suma de una imagen y una idea da como resultado algo más que un entretenimiento.

Pero es en la parte final en la que Barnes da lo mejor de sí mismo. No solo hay que tener su talento como escritor, sino que también hace falta el arrojo para confesarse de una manera tan abierta, tan implacable como hace Barnes. Su declaración de amor incondicional solo está a la altura de la asunción de su derrota vital, que ha aprendido a sobrellevar, pero sin resignarse al olvido. Pocas veces hemos leído unas páginas tan descarnadas, tan tristes y a la vez emocionantes. Desde hace mucho tiempo Barnes ha sido uno de los autores más cercanos a nosotros, y este libro permanecerá siempre a nuestro lado.

Editorial Anagrama
Traducción de Jaime Zulaika

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