La
misma paciencia y lentitud que Alistair MacLeod aplicaba a su
escritura (menos de una veintena de cuentos y una novela en más de
30 años de oficio) se transmiten a sus relatos. En ellos apenas hay
una trama que pueda resumirlos, no hay grandes acontecimientos ni
misterios que resolver. Sus cuentos son ante todo un paisaje, el de
Cabo Bretón, y unos personajes, todos cortados por el mismo patrón,
que viven en sus páginas con las mismas limitaciones y anhelos que
fuera de ellas.
Aunque
el espacio en el que se desarrollan las historias reunidas en Isla
sea Canadá, en muchas ocasiones parece que los personajes de MacLeod
sean escoceses. Y no solo por la permanencia del gaélico. Estos
duros hombres dedicados a oficios duros que saben lo que hay que
hacer y estas mujeres decididas e impetuosas que siempre ejercen como
eje de la familia se repiten en todos los cuentos. Como en el
comportamiento de estas personas, preocupadas por lo esencial y casi
sin tiempo para las alegrías, en el estilo de MacLeod no sobra nada,
la depuración está llevada al límite.
En
casi todos los relatos el punto de vista es el de un niño o alguien
muy joven. Para este narrador la vida no tiene por qué ser tan
estrecha como se la presentan sus mayores, pero los obstáculos que
encontrará en su camino no serán fáciles de superar. En la
búsqueda de la libertad se topará con la rémora de la familia, y
si el contraste entre tradición y modernidad puede parecer
abstracto, cuando la dicotomía se dilucida entre permanecer fiel a
la familia o encontrar su propio lugar, la cosa se complica.
Curiosamente,
quizá el mejor relato del libro es precisamente uno de los pocos que
tiene a un adulto como centro de la narración, La armonía perfecta.
En la escritura poco expansiva de MacLeod, en la que apenas hay
espacio para los diálogos o la variedad de puntos de vista, aquí
nos encontramos con una historia más elaborada, con más aristas.
Antes de enfrentarse a este libro hay que saber qué se tiene
delante, porque solo así podrá apreciarse a un autor muy personal,
difícil de tratar, y con secretos que habrá que luchar por
descubrir.
Editorial
RBA
Traducción
de Miguel Martínez-Lage e Íñigo García Ureta
No hay comentarios:
Publicar un comentario