Una
obra tan extensa y variada como la de Ramón Menéndez Pidal puede
provocar recelos precisamente por su abrumadora prolijidad. Por eso,
un libro de las características de Mis páginas preferidas, en el
que el propio autor selecciona algunos escritos especialmente
relevantes para él, supone una extraordinaria oportunidad para
iniciarse en la obra de uno de los grandes sabios españoles del
siglo XX.
Incluso
en un libro con las limitaciones de Mis páginas preferidas queda
patente la amplitud de conocimientos que poseía el maestro Menéndez
Pidal. Aquí encontraremos eruditas consideraciones literarias,
sagaces apuntes filológicos y hasta su muy personal visión
histórica. El tiempo ha podido matizar algunas de sus ideas, pero la
claridad de su castellano y su estilo, que aunque en muchos casos
está dirigido a expertos es llano y comprensible, permanece
inalterable.
Quizá
actualmente se recuerda a Menéndez Pidal sobre todo por su perfil
medievalista, y en los primeros artículos del libro demuestra el por
qué de esta fama. Sus estudios sobre épica y romances no solo
clarifican un tema especialmente oscuro y hasta entonces relegado,
sino que son fascinantes en sí mismos, como cuando se centra en la
leyenda de la condesa traidora y construye un absorbente relato de
investigación.
Pero
los dominios de RMP no se limitaban a la Edad Media, como demuestra
en sus agudos análisis sobre Santa Teresa de Jesús, Cervantes o
Lope de Vega. No hay controversia en la que el autor no participe,
siempre aportando un punto de vista formado y unas pruebas que van
más allá de la especulación para sustentar una posición que puede
parecer excéntrica para finalmente ocupar un lugar predominante.
Curiosamente
es al apartado filológico al que menor espacio reserva RMP en estas
páginas preferidas, quizá por ser este el terreno más
especializado. Pero aún así incluye algún artículo de sumo
interés y todavía hoy de total actualidad, como puede ser las
diferencias entre el español hablado a ambos lados del Atlántico y
su posible transformación en dos idiomas diferentes con el paso del
tiempo.
Pero
la sección más discutible del libro es la que Menéndez Pidal
dedica a la historia de España. Su visión nacionalista ha quedado
hoy totalmente desfasada, y aunque es innegable su solidez
argumentativa y muy valorable su sujeción a fuentes primarias, sus
interpretaciones no se pueden leer hoy con la misma seriedad. Lo que
no impide que el último de los textos recogidos, titulado
explícitamente Las dos Españas y escrito en 1947, sea un ejemplo de
su valor intelectual y personal. Menéndez Pidal era un católico
liberal que como muchas otras personas se vio en medio de un fuego
cruzado que devastó España. Desde su posición moderada, ya en una
época tan temprana defendió la necesidad de una tolerancia mutua
que permitiera hacer progresar el país y dejará atrás su secular
división. En este caso, sus palabras sí que mantienen plena
vigencia.
Editorial
Gredos
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