Rafael Azcona no es solo uno de los grandes guionistas del cine español (y
de los pocos cuyo nombre es conocido por gente ajena a la profesión),
sino que su mirada se logró infiltrar en el inconsciente colectivo
hasta tal punto que la imagen de la España de los años 60 y 70 que
hoy se podría considerar mayoritaria viene pervertida por ese mundo
que creó en colaboración con diferentes directores y que ya no se
sabría distinguir con precisión de la realidad. Si su escritura se
basaba en lo cotidiano, ahora el relato de aquello años parece una
historia de Azcona.
Pero
resulta que Azcona no solo escribió guiones para otros, sino que
también publicó novelas para todos. Memorias de un señor bajito
fue una recopilación de textos editados en La Codorniz y no cuesta
mucho encontrar en sus páginas ese espíritu entre absurdo y
constumbrista que hizo famosa a la revista. En esta ocasión son los
años 50 los que pasan por el tamiz del humor azconiano para
aparecerse como una época barroca y esperpéntica, es decir, lo que
tenemos por puramente español.
Aunque
el autor no parece preocuparse demasiado por el realismo, resulta
inmediatamente reconocible este ambiente de penuria, escasez e
ingenio con el que asociamos ese periodo de decrepitud y miseria que
fueron años 50, con un país todavía renqueante por los estragos de
la guerra y en el que el “milagro económico” y el desarrollismo
todavía no habían cambiado la faz de España. En estas Memorias hay
mucho de picaresca, de burla como deporte nacional, de buscarse la
vida, y aunque parece que ni el protagonista ni el autor se toman
nada en serio, de fondo hay una tristeza medular.
En
la novela Azcona se permite un desbordamiento estilístico que en sus
películas debía estar mucho más contenido. Es asombrosa su
capacidad para jugar con las frases hechas y darlas la vuelta para
crear imágenes totalmente novedosas. En la mejor tradición del
absurdo, tampoco se cansa de jugar con los tópicos más manidos para
darles una aire nuevo y destapar lo que se oculta detrás de los
convencionalismos con los que se construye la literatura. Y la vida.
Editorial
Pepitas de calabaza
No hay comentarios:
Publicar un comentario