martes, 14 de abril de 2015

Sonámbulos. Cómo Europa fue a la guerra en 1914, de Chistopher Clark



Cuando en 2008 Nicholson Baker publicó Humo humano: los orígenes de la Segunda Guerra Mundial, el revuelo causado por sus tesis fue más allá del mundo académico. Contradiciendo las tesis habituales, Baker aseguraba que el conflicto fue provocado por la belicosidad de los aliados, quienes empujaron a Alemania a la guerra. Baker, excelente novelista, no tenía las credenciales suficientes para que sus teorías fueran tomadas demasiado en serio, y además su ideología pacifista fue un blanco fácil para calificar su posición como sesgada e infantil.

En cualquier caso, la historia de la Segunda Guerra Mundial todavía sigue despertando unas pasiones que hacen difícil alcanzar la ecuanimidad y una postura libre de prejuicios ideológicos. Sin embargo, la Gran Guerra puede verse con más perspectiva, y no por ser más lejana, sino porque en esta contienda no está tan clara la división entre “buenos” y “malos”, aunque los papeles han sido otorgados sin demasiadas complicaciones. Y he ahí precisamente el problema.

Seguramente gracias a ese mayor distanciamiento, las tesis expuestas por Christopher Clark en Sonámbulos. Cómo Europa fue a la guerra en1914 han despertado admiración y en general han sido aceptadas como un enriquecimiento en el estudio de los orígenes de la Gran Guerra, cuando sus conclusiones son como mínimo igual de revolucionarias que las de Baker, hasta el punto de crear un nuevo paradigma que hará reescribir el concepto más extendido que se tiene sobre las causas que dieron origen a la Primera Guerra Mundial.

Según el relato tradicional en los años previos al inicio de la contienda se produjo entre las potencias europeas una escalada armamentística causada por choques imperialistas ente las diversas potencias que desembocó en diversos conflictos (la crisis de Agadir, las guerras de los Balcanes) y que tras el atentado de Sarajevo, que acabó con la vida del heredero al trono del imperio austro-húngaro, llevó irremediablemente al inicio de las hostilidades.

De acuerdo con esta narración clásica, el atentado no fue más que una excusa, un incidente casi irrelevante (de no haberse producido, igualmente se habría iniciado una guerra continental); el imperio austro-húngaro era un conglomerado enfermo y en descomposición; Alemania era un país eminentemente belicista liderado por un fanático ansioso por provocar una guerra y las democracias liberales no tuvieron más remedio que unirse para defender la Civilización.




Pero Clark tiene un discurso mucho más matizado, hasta el punto de que muchas de estas ideas recibidas son totalmente desmontadas a favor de una nueva interpretación de los hechos. Aunque el autor abomina de la idea de “repartir culpas”, ya que la situación era demasiado compleja para indicar quién fue el causante de qué, para empezar niega la condición anecdótica del atentado en Sarajevo. Al igual que David Stevenson en 1914-1918. Historia de la Primera GuerraMundial, Clark sostiene que el asesinato de Francisco Fernando sí fue clave en el devenir de los acontecimientos, y que de no haberse producido las cosas podrían haber sido muy diferentes.

Y, respecto al atentado, Clark no tiene duda de la implicación Serbia, cuyo gobierno como mínimo hizo la vista gorda. Si se buscara un causante último en lo que iba a pasar, sin duda la inestable, violenta y expansiva Serbia tiene todas las papeletas para asumir gran parte de la responsabilidad. Pero es que además para Clark Austria-Hungría no estaba en la posición decadente en la que se la suele dibujar, sino que, pese a sus indudables problemas crónicos, gozaba de cierta estabilidad. Tampoco el kaiser Guillermo II, un personaje ridículo y aborrecible, tenía tanto poder de decisión como se ha dicho. Por otra parte en Inglaterra había un importante grupo partidaria de la guerra en las entrañas mismas del gobierno, de igual manera que en Francia los militares habían ganado cada vez más poder y en Rusia las ansias belicistas apenas eran disimuladas.

Como decíamos, no se trata de redibujar el mapa mental sobre los responsables de la guerra haciendo bascular la responsabilidad de un bando a otro, sino de tratar de ofrecer un panorama más completo y matizado. Para Clark no se puede decir que simplemente las potencias centrales llevaron a cabo una irresponsable ofensiva que obligó a Francia, Inglaterra y Rusia a defenderse, sino que la situación fue mucho más compleja, llena de detalles que podrían haber cambiado la historia de manera radical.

Otro aspecto muy relevante en Sonámbulos es la capacidad de Clark para reflejar la actualidad. No se trata de hacer un fácil paralelismo (como comparar el atentado de Sarajevo con los ataques del 11-S), sino de ayudar a comprender el pasado gracias a las claves que nos da el presente. Por ejemplo, después de las guerras de los Balcanes de los años 90, Serbia ya no es vista como una pobre víctima de las circunstancias. En un proceso de retroalimentación de gran valor intelectual, esta mejor asimilación del pasado permite entender mejor lo que está pasando ahora mismo.

Editorial Galaxia Gutenberg / Círculo de Lectores
Traducción de Irene Cifuentes y Alejandro Pradera

No hay comentarios:

Publicar un comentario