martes, 7 de abril de 2015

Que se levanten los muertos, de Fred Vargas


Que se levanten los muertos es una de las primeras novelas de Fred Vargas (pertenece a lo que se podría considerar como el periodo pre-Adamsberg), y sin embargo ya posee todos los elementos que han convertido a Vargas en una autora adictiva y para muchos en la mejor escritora de novela negra de la actualidad. Puede parecer contradictorio que todas las novelas de Vargas sean tan particulares y a la vez tan reconocibles, pero es que la autora es única a la hora de mezclar elementos ya conocidos y lograr resultados sorprendentes.

Por ejemplo, el misterio que encierran sus libros siempre tiente un aire extraño, casi paranormal, pero su resolución es racionalista, cartesiana. Que se levanten los muertos, como todas sus novelas, se inicia con un suceso inexplicable, en este caso la aparición de la noche a la mañana de un haya en el jardín de una cantante de ópera retirada. Esta discordancia podría pasar inadvertida, pero da pie a que se inicia una historia en la que nada parece tener sentido y en la que los muertos (ya sea de manera metafórica o real) se ponen en pie para reclamar su venganza.




También el humor de Vargas es muy suyo. En Que se levanten los muertos aparecen por primera vez “los tres evangelistas”, Marc, el medievalista incisivo; Mathias, el prehistoriador que personifica la pervivencia del cazador-recolector; y Lucien, el obsesivo investigador de la Gran Guerra. Por supuesto, tampoco podía faltar Armand, el viejo policía retirado que se las sabe todas. Vargas podría muy bien utilizar estos excéntricos personajes para burlarse de ellos sin conmiseración, pero en su lugar los trata con cariño y respeto.

Otro elemento muy característico de Vargas es un romanticismo palpable y a la vez pudoroso. Todos sus personajes esconden una historia de amor, pero este se desarrolla casi de manera subterránea. Pero todos estos elementos que enriquecen la narración no evitan que fluya una investigación policíaca llena de recovecos y meandros imprevisibles, como no podía ser menos cuando los detectives son unos personajes tan geniales y disparatados como los tres historiadores evangelistas, con pistas falsas, sorpresas y, ante todo, el retrato de un mundo del que, al menos en materia literaria, no se querrá salir.

Editorial Viviane Hamy
Edición en castellano en Siruela

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