Sin saber nada
de Edna Ferber, al ver que entre sus libros se encuentras Cimarron
o Gigante (famosas por sus adaptaciones cinematográficas),
daría la impresión de que se trata de una autora de americanas, ese
género nostálgico y grandioso que en estos casos se concentraría
en grandes epopeyas que retratan los orígenes del mejor país del
mundo. Pero resulta que Así de grande, aún manteniendo la
admiración por los pioneros, por el trabajo duro y el éxito en la
vida, tiene una importante particularidad, y es que este éxito no lo
es todo.
Efectivamente,
lo más sorprendente de la novela de Ferber es que introduce el arte
y la cultura como un elemento definitorio para la vida plena. En una
sociedad tan material y a menudo antiintelectual como la americana,
no es tan común encontrarse con una novela de pretensiones populares
que incluya esta visión de la existencia en la que ganar millones y
llevar una vida acomodada no lo es todo. Como dice explícitamente
uno de los personajes, si una persona no posee aunque sea una décima
parte de pasión por la belleza, será una persona incompleta.
Pero este no es
el único elemento con el que Ferber destruye las expectativas. Otra
decisión audaz y adelantada a su tiempo (Así de grande se
publicó en 1924) es situar como heroína de la historia a una mujer
tan decidida y testaruda como Selina. Se trata de una emprendedora
cuando esta calificación no tenía los matices paródicos que posee
hoy, pero no es solo una mujer hecha a sí misma que supera las
mayores adversidades y saca adelante a su hijo casi sin ayuda, sino
que en ella nunca se apaga ese brillo de esperanza y de amor por la
cultura que tan fuerte había sido en su juventud y que casi ha sido
oscurecida por la dureza de la vida que le ha tocado.
En lo que Ferber
sí se mantiene fiel al género de la americana es en su retrato de
amplio calado, pese a la relativa brevedad de la novela. Con una
capacidad de síntesis tampoco muy habitual, la autora concentra en
menos de trescientas páginas lo que normalmente habría ocupado el
doble de espacio, lo que da muestra de su capacidad para ir a lo
esencial y dotar de un ritmo imparable a la novela. Es cierto que hay
momentos desiguales y que algunos retratos de personajes secundarios
no están tan bien construidos y matizados como en su protagonista,
pero en conjunto ofrece mucho más de lo que se podría esperar y,
sin duda, un personaje principal memorable.
Editorial
Nórdica
Traducción
de Íñigo Jáuregui
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