Ecuatoria
es uno de esos libros que pueden volver locos a muchos críticos,
incapaces de etiquetarlo en un género o un estilo determinado. Al
principio parece uno de esos reportajes muy personales, tipo
Kapuściński, sobre la descolonización africana. Pero pronto nos
encontramos con que Patrick Deville, muy a la manera de Plutarco,
desvía su atención hacia las vidas paralelas de los exploradores
Brazza y Stanley. Y eso solo es el principio. También tendremos
instructivos repasos de historia y apuntes del natural en los que el
propio autor se convierte en el centro del relato.
Ni
tan siquiera el viaje que emprende Deville, y que el título mismo
del libro parece prefigurar, se atiene a una trayectoria predecible.
Cierto que aproximadamente sigue la línea del ecuador a su paso por
África de este a oeste, pero Deville se permite excursiones que van
desde Argelia hasta Cuba. También la multitud de personajes que
habita en Ecuatoria
es de lo más variado, pues además del constante juego de las vidas
paralelas de nativos, exploradores y colonizadores, también nos
encontramos con invitados tan diversos como Bogart o el Che Guevara.
Pero
lo más asombroso del libro es la coherencia con la que Deville sabe
dotar a tal popurrí de elementos y protagonistas. Siguiendo la guía
maestra de Brazza y Stanley, el recorrido se enriquece con los
afluentes que van trazando las particularidades de un lugar del que,
sinceramente, conocemos poco. ¿Cuánta gente no sabrá algo tan
básico como que existen dos Congos? Con este punto de partida, es
fácil extraviarse, y sin embargo Deville es un excelente guía que
nos acompaña por los tumultuosos avatares de la reciente historia
del África central.
Porque
Deville no tiene que preocuparse por las restricciones de los
críticos. Con un saber acumulado a lo largo de años de
investigación (o, simplemente, de vida) y una escritura libre pero
de alguna manera controlada, el autor es capaz de dejarse llevar y al
mismo tiempo de tener muy claro a dónde quiere llegar. Por eso el
lector nunca se perderá, y aunque habrá momentos de desconcierto,
incluso de desasosiego, tendrá por cierto que el viaje habrá
merecido la pena.
Editorial
Anagrama
Traducción
de José Manuel Fajardo
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