En Postdata Simon Garfield no solo realiza un buenhumorado repaso a la historia de la
correspondencia, como señala su subtítulo, sino que también, de
manera relajada, reivindica el valor del correo postal en tiempos de
absolutismo del email. Más allá de cuestiones sentimentales o
nostálgicas, Garfield valora el poder reflexivo y personal de la
escritura a mano frente al más instantaneo y frío procedimiento de
la comunicación por internet.
Como señalaba
Ted Hughes, no es lo mismo dejarse llevar por el ritmo acelerado del
procesador de textos, que impide la concesión y incluso alarga las
frases, que someterse a los rigores del bolígrafo: solo así
podremos centrarnos en lo realmente importante. De la misma manera,
si las cartas de Madame de Sevigné o Virginia Woolf todavía se leen
hoy en día, no es solo por su incuestionable valor literario, sino
porque en ellas se encuentra la vida y una proximidad que una novela,
por muy lograda que sea, jamás podrá alcanzar.
Aunque Garfield
comienza su repaso histórico con los clásicos griegos y romanos, en
realidad su historia se centra en los avatares del correo postal
británico. Aunque también es cierto que, desde el sello hasta el
email, pasando por la invención del buzón (quizá creado por
Trollope) o el cuerpo de carteros modernos, la mayoría de las
innovaciones han venido de la mano de anglosajones. Y, qué le vamos
a hacer, Garfield también tiene el don de los divulgadores ingleses
a la hora de decorar sus brillantes estudios con humor y ritmo.
Entre anécdotas
mínimas y evocaciones de los grandes corresponsales de la historia,
caminos por los que descubrimos la proliferación de manuales para
escribir la carta perfecta, el extraordinario negocio de la venta de
originales, que Jane Austen era una corresponsal sosa y aburrida o la
historia del inglés que se envió a sí mismo por correo, Garfield
intercala una historia real de intercambio de cartas entre un soldado
inglés durante la Segunda Guerra Mundial y su novia de Inglaterra,
desde sus coqueteos iniciales hasta su esperado encuentro en carne y
hueso.
Como el propio
Garfield señala, parece que al hablar del tema de las relaciones
epistolares todo el mundo recuerda 84 Charing Cross Road, y en
Postdata el autor saca a la luz una historia con el mismo poder
de sugerencia y pasión. Con la emoción que produce saber que estas
palabras fueron escritas con total sinceridad, que no hay nada en
ellas de fabulación, se acentúa el poder de las cartas para
producir una corriente de empatía y cercanía que un email jamás
podría provocar. Con libros como este, y por muy pesimistas que sean
los datos, parece que al correo todavía le queda mucha vida por
delante.
Editorial
Taurus
Traducción
de Miguel Marqués
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