Aunque publicada
casi cuarenta años después de Harriet, en La historia del doctor Gully Elizabeth Jenkins mantiene el mismo estilo personal y la
técnica narrativa de su obra más famosa. También basada en una
cause célèbre de finales del siglo XIX (de la que es mejor
no contar mucho, pues solo llega al final del libro), Jenkins
prefirió convertir la historia en una novela, lo que le permitía
tener más libertad a la hora de penetrar en la psicología de sus
personajes y desarrollar una narración más abierta.
Si en Harriet
la autora incidía en la parte oscura de las personas aparentemente
más normales, en La historia del doctor Gully parece
interesarse por el lado tenebroso de la aparentemente convencional y
conservadora sociedad victoriana. Si de día todo son buenos modales
y una contricción moral agobiante, de noche las pasiones se desatan
y los crímenes más horribles cobran forma. De hecho, el libro
bordea en muchos momentos los límites del gótico y recuerda en
muchos momentos a la literatura de las hermanas Brontë, en especial
las partes más escabrosas de La inquilina de Wildfell Hall y
Jane Eyre.
Pese a que, como
decimos, se trata de una novela, Jenkins trató su material como si
de una historiadora se tratase, y además de basarse en una
documentación amplia y precisa, en su libro no hay espacio para la
opinión personal ni las elucubraciones. Lo que no impide que su
personaje principal, ese doctor Gully por el que es perceptible
aprecio y comprensión, al lector, como a George Eliot, le pueda
parecer un charlatán. Pionero de la hidroterapia, creyente en el
espiritismo y la homeopatía, podía no ser un sátiro ni un
criminal, pero tampoco era precisamente una persona muy de fiar.
Es comprensible
que Jenkins se entusiasmara con la historia que tenía entre manos y
que de alguna manera se obsesionara con ella, pero también es una
lástima que, al contrario de lo que le pasó en Harriet, no
supiera refrenar sus ansias por transmitir todo lo que había
descubierto. Porque lo cierto es que en La historia del doctor
Gully, que tiene un estimulante inicio y un inquietante final, se
recrea en detalles y episodios enteros que apenas aportan nada al
progreso de la historia o al conocimiento de sus personajes.
Editorial
Alba
Traducción
de Flora Casas
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