miércoles, 14 de octubre de 2015

Delizia!, de John Dickie


Al escribir una historia de Italia los problemas (y no menores) llegan desde el principio. Para empezar, ¿qué es Italia? ¿qué une a los italianos? Según un popular dicho que recuerda John Dickie, apenas dos elementos: el fútbol y la comida. Y, por reduccionista que pueda parecer esta apreciación, Delizia! demuestra que, con todas sus variantes regionales, con su mitos y falsedades, lo cierto es que si el espíritu italiano existiera, este se manifestaría en un plato de pasta.

Con una audacia bien documentada, Dickie se propone pues repasar el último milenio de historia italiana a través de su cocina, y sus descubrimientos son tan inesperados como convincentes. Desde la fragmentación medieval en ciudades-estado hasta la artificial formación moderna de la nación en el siglo XIX, pasando por el despertar renacentista, Dickie es capaz de explicar los grandes movimientos históricos como si fueran recetas.




Pero, dejémoslo claro, Dickie no tiene una pretensión historicista, su foco se dirige no tanto a elaborar un nuevo paradigma como a investigar la evolución de la cocina italiana, aunque las implicaciones sean evidentes. A Dickie le divierte más buscar personajes curiosos, desmontar falsas creencias, descubrir platos rodeados de misterio. Como todas las tradiciones, las de la comida también son construcciones falsas y a menudo recientes. En este sentido, la revelación más destacada de Dickie es que la cocina no tiene sus raíces ni evolucionó en el campo, sino en las ciudades. Menos romántico y nostálgico, pero más lógico.

Aunque Delizia! contiene algunas recetas (y apabullantes menús renacentistas o papales), por suerte no se trata de uno de esos abundantes libros de moda. A Delizia! se viene a entender un poco mejor la compleja y caótica sociedad italiana, esa mezcla de improvisación y orden capaz de lo mejor y de lo peor. Hay anécdotas curiosas y visiones de conjunto reveladoras. Historias íntimas y cambios radicales. Y, sin necesidad de usar gastadas metáforas culinarias para explicar la vida, la comprensión de que darle su justa importancia a la comida nos puede hacer un poco más italianos, lo cual no está nada mal.

Editorial Debate

Traducción de Efrén del Valle Peñamil

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