Aunque tiene famosos y
apasionados defensores, Edna O'Brien no es una escritora demasiado
conocida, y desde luego no lo es es España. Además, aunque sigue en
activo, padece la no infrecuente carga que sufren muchos autores de
ser recordada sobre todo por su primera novela, en su caso Las chicas de campo. Por otra parte, se ha intentado reivindicar este libro como
un punto de inflexión en la narrativa irlandesa, un acercamiento
naturalista y con un punto de vista femenino a cuestiones hasta
entonces ignoradas, lo que es muy interesante para la Historia de la
Literatura, pero que no tiene por qué resultar atractivo para el
lector común.
Y sin embargo, Las chicas
de campo es mucho más que una pieza de museo. Sus personajes siguen
estando vivos, su historia nos sigue concerniendo, su estilo en
absoluto se ha visto afectado por el paso del tiempo. Una de las
admiradoras de O'Brien a las que aludíamos es nada menos que Alice
Munro, en quien no sería difícil encontrar las huellas de su
influencia. La sutileza, lo sugerido, esa intrahistoria subterránea
que nunca aparece explícitamente pero que tiene una fuerza
explosiva, son marcas detectables en ambas autoras.
Un simple resumen de Las
chicas de campo (unido a su poco estimulante título) podría llevar
a la falsa percepción de que se trata de una historia melodramática
repleta de tópicos irlandeses: el padre borracho, el convento de
monjas maléficas, la iniciación a la vida de una adolescente...
Pero O'Brien logra evitar caer en los lugares comunes gracias a una
habilidad narrativa insólita en una escritora primeriza y a una
sensibilidad que es la clara manifestación de sus cualidades
estilísticas.
Por ejemplo, Caithleen, la
protagonista y narradora, a menudo tienta el campo de la ñoñería,
pero O'Brien lo compensa con el genial personaje de Baba, su malvada
mejor amiga, que siempre ejerce como contrapunto canalla y cínico.
Pero a lo largo de la novela también Caithleen añade capas de
complejidad a una personalidad en apariencia simplona. Entre el miedo
y la alegría, la miseria y la ilusión, la mediocridad cotidiana y
los sueños románticos, Caithleen pasa de ser una de esas chicas de
campo de apariencia torpe e ingenua a convertirse (o al menos hacerse
pasar) en una chica de ciudad, desengañada pero con los recursos
necesarios para afrontar lo que le espera.
Editorial
Errata Naturae
Traducción
de Regina López Muñóz
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