viernes, 16 de mayo de 2014

Noviembre de una capital, de Ismail Kadare


Hasta tal punto ha sido convulsa la historia de los Balcanes, que los acontecimientos que protagonizan Noviembre de una capital podrían situarse en variados momentos y lugares sin que apenas cambiaran algunos matices. Cierto que Ismail Kadare deja claro que se trata de Tirana a finales de la Segunda Guerra Mundial, pero sin llegar a ser una novela teórica (sobre los males de la guerra, sobre el comunismo, sobre lo que sea), tampoco se trata de una reproducción histórica. En realidad, creemos, se trata de un libro humanista, sobre personas.

Cabe señalar la extraña preposición del título: Noviembre de una capital, y no en, como habría sido normal. Se trata pues de un momento real pero también metafórico en el que asistimos al derrumbe de una sociedad, a esa transición bestial de territorio ocupado a ese momento de incertidumbre en el que las cosas están cambiando pero no se sabe en qué dirección. Muchas veces se ha acusado a Kadare de complicidad con el régimen comunista que seguiría a la derrota del nazismo, pero, sin entrar en detalles que desconocemos, la simple lectura de esta novela plantea dudas sobre su conformismo: ya desde los primeros días del cambio de régimen era perceptible el olor a podrido.




Para expresar un amplio panorama sobre la compleja situación de ese noviembre catártico, Kadare introduce a numerosos personajes que muestran sus divergentes puntos de vista, a menudo en un mismo capítulo. Desde el guerrillero natural que lucha por la liberación, pasando por el intelectual con aires de superioridad e intereses conspirativos, o el escritor decepcionado y atrapado en un mundo que ya no comprende, hasta la estrella de la radio igualmente descolocada y en manos de las decisiones de los demás, el conjunto ofrece una visión rica y variada de muy diferentes experiencias que solo en un momento tan crítico como la batalla final (que nunca es la final) de una guerra puede aunar.

Kadare tiene una extraordinaria capacidad para producir imágenes imborrables, como ese corresponsal caído y que parece intentar atrapar con sus brazos extendidos el mensaje que debía transmitir. El estado de sitio de la ciudad, el estado mental de sitiadores y sitiados, la inquietud, la esperanza, la muerte a la vuelta de la esquina, todo está expresado con una mezcla de finura y brutalidad que caracterizan a Kadare y que sin embargo convierten la lectura de cada uno de sus libros en una experiencia totalmente diferente.


Editorial Galaxia Gutenberg / Círculo de Lectores
Traducción de Ramón Sánchez Lizarralde



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