En Roseanna, que fue la primera
novela protagonizada por Martin Beck que escribieron MajSjöwall y Per Wahlöö, ya quedaban claros los rasgos de estilo que
iban a caracterizar la serie. Por una parte, nada de adornos
narrativos, sino un radicalismo luterano que le llevaba a concentrar
toda la atención del relato en sus aspectos más básicos. Pero, por
otro lado, no hay apresuramiento ni una acción acelerada, sino que
la narración se toma su tiempo, con amplios espacios para la
reflexión.
En algunos momentos
Roseanna se convierte casi en un estudio criminalístico de
formalidad científica. Los interrogatorios son presentados sin aditivos, a veces en forma de meras transcripciones. Y la
investigación es seguida con el rigor y la prudencia de un estudio
académico, como si en lugar de policías que buscan a un criminal
estuviéramos ante biólogos que observan una nueva bacteria. Apenas
hay espacio para la pasión, por lo que sus personajes son descritos
con frialdad, casi con una perspectiva aséptica.
Pero esto no significa que
la lectura sea impersonal ni que los protagonistas nos sean ajenos.
Debajo de esta capa de profesionalidad (tanto de Martin Beck como de
los autores), también caben consideraciones más turbias, un
trasfondo que va más allá de la mera descripción de una caza al
hombre. El caso en el que se centra, el asesinato de la joven
Roseanna es de por sí repulsivo, pero las implicaciones que más
adelante se irán desvelando dotan a la novela de una profundidad que
la convierte en algo más que un medio de entretenimiento.
Por ejemplo, hay una
simple frase (“pobre hombre”) que en un principio nos pareció no
solo fuera de lugar, sino totalmente inverosímil. Pero si se piensa
en ella, da la clave de los métodos de Sjöwall y Wahlöö. El
lector puede tener unos principios muy claros y unas convicciones
seguras, pero ante lo que presentan tienen que replantearse estas
certezas. De la misma manera, Roseanna aparece como una novela negra
que no se aparta del canon clásico, pero detrás de su
convencionalismo se esconde un secreto mucho más inquietante.
Editorial
RBA
Traducción
de Cristina Cerezo y Martín Lewell
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