Con
Jerusalén y los dos tomos de su biografía sobre Stalin Simon Sebag Montefiore ha demostrado ser uno de los historiadores más conspicuos
de la actualidad. Como tampoco le falta ambición ni
entusiasmo, parece la persona idónea para acometer una empresa de la
envergadura de Titanes de la historia, un recorrido a lo largo de
2.300 años de historia en el que retrata a alrededor de doscientos
personajes que han cambiado la faz de la tierra.
Como
indica el propio Montefiore en el prólogo, en los últimos tiempos
la Historia se ha convertido en una disciplina que parece tener como
pretensión asustar a los niños al querer acumular datos y teorías
abrumadoras (lo cual está muy bien en el estudio superior, pero no
como materia de introducción), cuando la Historia también es el
relato de sucesos fascinantes, la vida de personajes monumentales y
la reivindicación de un conocimiento que no tiene por qué se útil,
pero del que siempre se sacan conclusiones.
Inevitablemente
en Titanes de la historia, dirigido a un público amplio y no
especialista, Montefiore tiene que recurrir al esquematismo (no se
puede pedir gran exhaustividad en un perfil biográfico de Julio
César que ocupa tres páginas), y también se da por descontado
cierto anglocentrismo (se habla de Ricardo III pero no de Felipe II,
o de Pepys pero no de Dante), aunque el conjunto ofrece una visión
amplia y variada de la historia a través de algunos de sus más
destacados representantes.
Lo
más desolador de la lectura del libro es que por cada Nelson Mandela
que ha producido la humanidad han surgido diez Sadam Husein. Y aunque
Montefiore se centre en estos colosos, queda la cuestión de cómo es
posible que sus disparates más sanguinarios, sus locuras homicidas y
sus sueños de destrucción fueran (y sigan siendo) seguidos por unas
masas sufrientes pero también colaboradoras. Así que pese a
resplandores de heroicidad y destacados casos de hombres y mujeres
admirables, la sensación que deja es desoladora.
Editorial
Crítica
Traducción
de David León
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