Se
ha escrito tanto sobre Shakespeare que una mera enumeración
bibliográfica de los libros dedicados a él ocuparía varios
listines telefónicos, pero Shakespeare nuestro contemporáneo, el
estudio publicado por Jan Kott a mediados de los 60 permanece como un
referente imbatible. Si el propósito principal de Kott fue perfilar
el lado más humano de la obra del dramaturgo, su aproximación es
igualmente cercana, lejos de la erudición exhibicionista. El teatro
de Shakespeare está repleto de magia, abierto a visiones
contradictorias, es de tal riqueza que su comprensión nunca será
completa, pero Kott sabe dónde situar su foco.
El
autor polaco no tiene reparos a la hora de calificar de tonterías
infantiles las interpretaciones que más rebuscadas sobre la obra de
Shakespeare (y eso que no se detiene ni un segundo en las todavía
más peregrinas teorías sobre su verdadera identidad), pero su
propia perspectiva no se queda en lo superficial, sino que desentraña
los temas principales de la obra de Shakespeare para darles una
visión actual y permanente, ya que en su teatro Shakespeare colocó
al ser humano en el centro de sus preocupaciones, lo que convierte
sus textos en atemporales, válidos para que cualquier época se
apropie de ellos.
Para
Kott Shakespeare es claramente un hombre del Renacimiento, un
humanista aterrorizado por la crueldad de la Historia y expectante
frente a los cambios radicales que vivía su tiempo. Pero la misma
inquietud y perplejidad es válida para cualquier momento histórico.
Sin embargo, Shakespeare supuso el paso de una concepción de la
tragedia como una fuerza más poderosa que la voluntad a la idea de
que el hombre es responsable de sus actos. A través de la ironía,
de lo grotesco, de la melancolía, Shakespeare introdujo la vida en
la representación.
En
Shakespeare nuestro contemporáneo Kott analiza el teatro histórico
del autor a través de su saga sobre la Guerra de las dos rosas y nos
descubre un Ricardo III mucho más complejo de lo que la habitual
caricatura ha hecho de él; trae a la tierra a un Hamlet que no es un
símbolo de nada, sino un hombre en medio del desastre; establece
paralelismos entre El Rey Lear y el teatro contemporáneo de Samuel
Beckett; entra en la isla de Próspero para acabar con falsos ídolos
y desvelar el verdadero alcance de la obra; descubre a Peter Brook
como el gran renovador del teatro shakeperiano a través de su
regreso a los orígenes...
Pero
quizá lo más deslumbrante de todo su estudio es el análisis que
hace de Coriolano, la obra maestra más relegada del autor. Coriolano
es un texto tan ambiguo, tan contradictorio y desafiante, que pocos
se han atrevido con él. Pero Kott sabe captar su profundidad, el
reto que supone asumir el cortocircuito moral que plantea. Se dice
que hay un Shakespeare para cada persona, pero en el caso de
Coriolano el lector-espectador tiene que enfrentarse a la incomodidad
que provoca una propuesta radical que hace saltar por los aires
muchas de sus convicciones. Gracias a Kott, podemos comprender un
poco mejor este desolador panorama.
Editorial
Julliard
Traducción
al francés de Anna Pozner
Edición en
castellano en Alba