Hay
algunos misterios editoriales que no tienen explicación racional. Ni
tan siquiera había que estar muy atento a la literatura inglesa
contemporánea para saber que las novelas de Melrose escritas por
Edward St. Aubyn son consideradas como una de las grandes creaciones
literarias de nuestro tiempo, valoradas tanto por selectos escritores
como por un gran número de lectores, y sin embargo en España hemos
tenido que esperar 20 años a que sean traducidas. En cualquier caso,
bienvenidas sean, porque la expectación estaba justificada.
En
El padre se reúnen las tres primeras novelas de la serie de Patrick
Melrose, y leer los tres volúmenes de manera conjunta es una
experiencia de esas que si se midieran con una encefalograma daría
como resultado una actividad neuronal agotadora que pasa por todos
los estados. De hecho, lo más llamativo de St. Aubyn es que logra
mezclar con total naturalidad el humor más superficial con las
situaciones más siniestras. Se trata de ese tipo de libros en los
que no sabes si reír o llorar, y cuando lo haces, no sabes por qué.
En
Da igual conocemos a los personajes del drama, y aquí el
contraste se produce entre ese idílico château del sur de
Francia y los monstruos que pululan por allí, empezando por el
padre, ese sádico, retorcido y cruel personaje que personifica la
maldad en su estado más puro. Y sin embargo, también hay mucho
humor, extraído sobre todo de unos personajes peculiares,
detestables en su mayoría, algunos dignos de conmiseración, como el
hijo, Patrick, que sufrirá las peores experiencias sin poder
defenderse.
En
Malas noticias Patrick ha crecido y se ha convertido en un
yonqui nihilista. La historia se transforma en una especie de
Trainspotting de clase alta, en la que St. Aubyn no se ahorra
ningún detalle desagradable, ninguna oportunidad de resultar
repugnante. No hay embellecimiento ni épica de las drogas, pero
tampoco moralismo, ni intento de justificar. Es un viaje al final de
la noche en el que, una vez más, el humor sirve como contraste de lo
más chocante. En una escena que no podía ser más asquerosa, de
repente surge la brillantez del ingenio y el lector se queda sin
defensas.
Alguna
esperanza es la más superficial de las tres novelas, y sin
embargo puede que también la más profunda. Sin duda su tema central
es el perdón, la capacidad para superar un pasado traumático e
intentar comprender aquello que va más allá de la razón. Y estos
temas tan complejos tienen lugar en un ambiente muy reconocible, con
aromas de Waugh, Mitford y, sobre todo, Anthony Powell. De hecho,
toda la serie de Melrose tiene fuertes concomitancias con Una
danza para la música del tiempo, principalmente en su
construcción dramática y su dibujo de personajes. Aunque St. Aubyn
cuestiona en todo momento el concepto de herencia y sus privilegios,
en materia literaria se muestra como un fiel heredero y un autor
privilegiado.
Editorial
Mondadori
Traducción
de Cruz Rodríguez Juiz
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