En
otras ocasiones hemos hablado del carácter atemporal de la escritura
de Robertson Davies, pero en Espíritu festivo se detecta más
claramente que nunca su legado victoriano. Los relatos aquí
incluidos, aunque desarrollados en el Canadá de los años 60 y 70,
tienen un aire inequívocamente decimonónico y evocan momentos
idílicos de lectura, con chimenea y mantita incluidos. Hasta tal
punto el estilo de Davies es sugerente que el lector tendrá que
poner poco de su parte para adentrarse en este mundo de fantasía en
el que entablar conversación con el fantasma de Jorge IV es lo más
normal del mundo.
Y
sin embargo los cuentos de Espíritu festivo no fueron pensados para
ser leídos en la comodidad del hogar, sino que eran una tradición
de las reuniones navideñas del Massey College, en las que Davies
agasajaba a los invitados con sus relatos de fantasmas. Estaban,
pues, concebidos para ser leídos en voz alta, y preferiblemente ante
un público reducido, como los mejores cuentos de terror. Pero lo
cierto es que no notamos ninguna pérdida: no se trata de historias
para asustar, sino para divertir, y bien que nos lo pasamos.
El
tono de Davies es siempre irónico, pero mantiene el respeto debido a
sus modelos. Puede que sus apariciones no nos den miedo y sí
bastante regocijo, pero es el propio Davies quien se sitúa en el
centro de la broma. Ya aparezca como sabio que todo lo sabe o como
cansado anciano harto de tantas apariciones, Davies en todo momento
mantiene una postura bienhumorada y feliz. Incluso las referencias a
la historia de Canadá, que nos pillan un poco lejos, o los guiños
personales, que solo podemos adivinar, dan colorido a unas historias
que son como tragos de ponche: entran fácil y alegran el momento.
También
es curioso que algunos de los relatos, pese a situarse en el terreno
de la creación especulativa, no solo sean capaces de reflejar un
momento preciso de la historia (con los movimientos estudiantiles
como un motivo más de chanza para el socarrón Davies), sino que
podemos hacer una fácil traslación a nuestro país ahora mismo,
como en Los peligros del signo doble (!), donde un aprendiz de brujo
(literal (!)) de inclinaciones separatistas libera al diablo y se ve
superado por los acontecimientos.
Editorial
Libros del Asteroide
Traducción
de Concha Cardeñoso Sáenz de Miera
No hay comentarios:
Publicar un comentario