El
progreso del peregrino, de John Bunyan, es considerado uno de los
grandes clásicos de la literatura inglesa, y pese a estar escrito en
el siglo XVII y a que su contenido místico pueda parecer algo
desfasado, sigue ejerciendo una enorme influencia en la literatura
contemporánea (el Criticón, de Baltasar Gracián, quizá lo más
parecido que tenemos en la literatura española, puede conservar su
consideración de obra maestra, pero no creemos que mantenga su
vigencia entre los autores actuales).
Si
el influjo de la obra de Bunyan ya era perceptible en, por ejemplo,
La espantosa intimidad de Maxwell Sim, en El insólito peregrinaje de Harold Fry es todavía más evidente. Pero aunque en la novela de
Rachel Joyce hay trascendencia, y la autora no se esconda en la
habitual ironía inglesa para tratar temas de la mayor importancia,
no se trata de un libro de inspiración religiosa, ni tan siquiera de
su sustituto moderno, el autoconocimiento y todo eso. El libro de
Joyce es sumamente delicado, pudoroso (en esto sí totalmente inglés)
a la hora de tratar cuestiones como el cáncer o la pérdida de seres
queridos, situaciones que podrían llevar al sentimentalismo más
pornográfico, pero que Joyce maneja con sensibilidad y tacto.
La
estructura de la novela es clara y se podría cartografiar con la
misma precisión que el mapa que guía a Harold. Como cualquier
viaje, tiene su grandes momentos y otros de bajón, tarda un poco en
arrancar, pero enseguida coge ritmo. También habrá rodeos y algún
momento en el que parecerá que todo está perdido. Los encuentros
con personajes de todo tipo mantendrán la misma tónica: algunos
serán fascinantes, mientras que otros son simples estorbos que nos
alegrará dejar atrás. Y, como en todo viaje que valga la pena, lo
importante no será llegar a la meta, sino lo que se ha aprendido en
el camino.
Al
igual que el trayecto de Harold, la narración no es lineal, sino que
conjuga varios tiempos, cada escena es como la pieza de un mosaico
que poco a poco se va completando hasta cobrar sentido. Al mismo
tiempo que sus protagonistas, el lector irá comprendiendo cómo se
ha llegado hasta aquí, se explicará los motivos de tanta desazón y
tristeza. Y, a través de este conocimiento, será capaz de alcanzar
la reconciliación. No se trata de hacer sentir bien, sino de
aceptar, perdonar y mirar hacia adelante.
Editorial
Salamandra
Traducción
de Rita da Costa
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