Aunque
Las ventajas del deseo lleve como subtítulo Cómo sacar partido de
la irracionalidad en nuestras relaciones personales y laborales, el
libro de Dan Ariely no es una de esas guías que tratan de convencer
al lector de que siguiendo unas reglas básicas transformará su vida
por completo y se convertirá en un triunfador, de esos que escriben
libros para enseñar a la gente cómo alcanzar sus más dorados
sueños. En realidad, Las ventajas del deseo, no por ameno, es un
libro del máximo rigor en el que el autor, como veremos, se muestra
consciente de sus limitaciones.
Para
empezar, Ariely, profesor de psicología y conductas económicas, se
sitúa en primer plano, dando una visión totalmente personal de lo
que va a explicar. Con 18 años sufrió un grave accidente que le
provocó quemaduras en el 75% de su cuerpo. De esta traumática
experiencia se derivaría no solo su ansia por saber, sino una muy
particular perspectiva hacia el comportamiento humano. Como explica
en su famosa charla en TED, las personas tienen una sorprendente
tendencia a estar equivocadas, y lo que es peor, a caer en todas las
trampas que se hace a sí mismo: sus estudios nos ayudan, si no a
detectar todos los espejismo, al menos a tener las herramientas
necesarias para defendernos.
Las
ventajas del deseo consiste en una sucesión de experimentos, a cuál
más ingenioso. La perspectiva de Ariely recuerda a la de Daniel Kahneman, muy crítico con los economistas racionalistas y más
inclinado a creer que las personas actúan por motivos irracionales y
debido a una larga serie de sesgos cognitivos que nos engañan, lo
que tiene su lado bueno y su lado malo. Claro que pensamos que eso
solo le pasa a los demás, pero no deberíamos estar tan seguros. Los
experimentos son divertidos, a menudo sorprendentes y siempre de una
sencillez que hace más evidente las conclusiones.
Pero
Ariely tiene claro que conocer estos sesgos no es equivalente a poder
evitarlos. Todos tenemos una herencia y una visión del mundo
demasiado arraigadas como para poder darle la vuelta de un día para
otro. Lo que plantea Ariely es una invitación a no dar nada por
sentado, a pensar por nosotros mismos sin dejarnos llevar por tópicos
y verdades recibidas. Si desafiamos la validez de las grandes primas
de los ejecutivos, la brillantez de nuestras propias ideas en
comparación con los demás, la solidaridad a pequeña escala frente
a la indiferencia ante los grandes dramas lejanos, llegaremos a la
conclusión de que solo hay un método para diferenciar lo que nos
gustaría creer de la realidad: ponerlo todo en duda.
Editorial
Ariel
Traducción
de Elisenda Julibert
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