Para
los que, como Beto, el protagonista de la novela, no sabemos una
palabra de alemán, “blitz” nos hace pensar la batalla aérea que
los alemanes emprendieron durante la Segunda Guerra Mundial contra
Gran Bretaña. Y aunque en el libro de David Trueba esta palabra
remita al deslumbramiento que puede provocar la verdad, sus efectos,
a nivel personal, son tan devastadores como un bombardeo
indiscriminado. Un destello, una revelación inesperada, y el mundo
de confort en el que se habita ha sido destrozado para siempre.
Pero,
al contrario de lo que dice el refrán, después de la tormenta no
viene la calma. En Blitz ese momento en el que se produce la
comprensión no supone una catarsis liberadora, sino que da pie al
desconcierto, al desmoronamiento de las certidumbres. Perdido en un
país extraño, aislado y sin apoyos a los que agarrarse, Beto
necesita reconstruirse de la noche a la mañana, como una ciudad
arrasada que debe levantarse de sus ruinas pero que no encuentra ni
las ganas ni los recursos para recuperarse.
En
la primera parte de la novela, pese a la sacudida inicial, Trueba se
lo toma con calma e incluso se permite excursos que enriquecen la
comprensión, dotando a sus personajes de capas de humanidad, a costa
de una acción que parece detenerse. Sin embargo, en un llamativo
contraste, la segunda parte se acelera y los breves capítulos
encapsulan momentos muy concretos en los que Beto se sumerge en la
apatía, como viéndolas venir.
Y
es que en realidad el núcleo de la historia no sería tanto el
descubrimiento que trastoca la existencia de Berto, su pasado al fin
y al cabo, sino ese nuevo conocimiento que le permitirá vislumbrar
un futuro inesperado. Así, solo en el capítulo final Beto toma las
riendas de su vida, por utilizar una expresión novelesca, y decide
hacer algo, sin que sean los demás quienes le impongan su rutina
macerante.
De
manera tan sutil que podría ser debatible, Trueba consigue que Beto
se convierta en un épitome de la situación actual del país. No
porque su vida sea utilizada como una metáfora de nada, recurso
limitado a los malos novelistas, sino porque de manera natural, sin
subrayados ni intenciones moralizantes, las experiencia de Beto
pueden leerse también como una explicación de todo lo que está
pasando, de esta nueva sociedad de la inconsistencia de valores
trastocados y con la inseguridad como única certeza.
Editorial
Anagrama
No hay comentarios:
Publicar un comentario