Aunque
todos los libros están formados por palabras, algunos transmiten la
sensación de agobio, de saturación, como si su intención fuera
hostil, de invadir al lector más que conquistarlo (y aquí el matiz
es importante), mientras que otros fluyen de una manera natural,
pacífica, penetrando en la mente del lector de manera delicada, como
pidiendo permiso. Y pese a que en Del color de la leche encontramos
una historia dura y en algunos momento incluso brutal, la sensación
que transmite es como si nos purgara de tanta literatura.
La
opción narrativa elegida por Nell Leyshon al darle voz a Mary, una
muchacha iletrada del siglo XIX no deja de ser arriesgada, pues por
una parte el reto de contar una historia formada en gran medida a
base de subtexto y sutilezas a través de una escritura naïf y de
apariencia poco elaborada parece jugar en contra, aunque en realidad
consigue redoblar el efecto gracias a su estilo sin afectaciones ni
adornos. Cierto que Mary nos cuenta siempre la verdad (excepto en un
aspecto tan innecesario como inútil, única pega, por lo demás
incomprensible en toda la construcción de la novela), pero ya
sabemos desde hace mucho que la verdad es solo una parte de la
historia.
Por
otra parte, un riesgo aún mayor es el de caer en la
autocomplacencia, en la exhibición del artificio como fin más que
medio, como en esas novelas en las que el autor dice a cada página
“aquí estoy yo”. Por el contrario, Leyshon evita todas las
trampas del virtuosismo y desaparece detrás de la voz de Mary, quien
realiza una confesión tan terapéutica para ella como para el
lector. Si Mary es directa e ingeniosa, la forma en la que nos cuenta
su vida es igualmente seca, con una extraña mezcla de humor y dolor.
Leyshon
también demuestra una gran consistencia al evitar el acechante
peligro de la explicitud (en el que tan fácil sería caer, como
demuestra el prólogo de Valeria Luiselli, que más que nunca es
mejor dejar para el final). La autora es tan consciente de la fuerza
de su relato que no necesita utilizar recursos de manual para exponer
una tesis. Del color de la leche es una excelente novela que, como su
protagonista, se vale por sí misma sin que tenga que echar mano de
justificaciones ni reivindicaciones para exponer su caso.
Editorial
Sexto Piso
Traducción
de Mariano Peyrou
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