viernes, 11 de julio de 2014

El astrágalo, de Albertine Sarrazin


Al encontrarse con un libro como El astrágalo el lector puede preguntarse por los motivos de la reedición, 50 años después de su publicación, de una novela que pudo ser un hito en su época pero que hoy nadie parecía echar de menos. Pero enseguida se despejan las dudas: si Albertine Sarrazin pasa a menudo a relatar su historia en presente, de igual manera el lector tiene la sensación de que todo está pasando ahora mismo; la inmediatez, la viveza de la narración, se sobreponen el paso del tiempo para convertir la historia de esta marginada en perpetuo estado de fuga en algo de hoy mismo.

El estilo de Sarrazin es desmañado, con apariencia de improvisación, más oral que literario. Pero todo esto, que en otro contexto podría tenerse por perjudicial, en su caso otorga a El astrágalo de veracidad, de una pasión no disimulada. También es patente la sinceridad de la autora, que cuenta su vida sin ahorrarse momentos escabrosos y comportamientos de dudosa moralidad. Sarrazin se presenta tal como es, sin juzgar a los demás y sin importarle ser juzgada.



Aunque nos gustaría ser los primero en hablar de Sarrazin sin nombrar a Jean Genet, nos vamos a ser capaces de ello. Imposible no relacionar a ambos autores, con unos antecedentes tan parecidos (familias problemáticas, delincuencia juvenil, pasado en reclusión, ambientes criminales). También en ambos se produce una traslación literaria del estilo callejero en la que la jerga y el desenfado se plasman en un estilo que se percibe como auténtico.

50 años después sería fácil encontrar motivos premonitorios en la historia de El astrágalo. Al conocer el destino trágico de Sarrazin, que murió a los 29 años, podríamos interpretar sus ansias de vivir, su perpetuo estado de aceleración, como un presagio de su prematura muerte. Pero el libro debe leerse sencillamente como la confesión desnuda de una muchacha que ha sufrido demasiado y que mantiene su ilusión en un futuro más feliz, en una vida nueva que cree merecerse.

Editorial Seix Barral
Traducción de Javier Albiñana

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