A
menudo se presenta la lectura como un espació de evasión, un
refugio en el que esconderse de la cruda realidad y vivir vidas
imposibles. Pero no es tan habitual retratar de la misma manera la
escritura. No es extraño, pues a los propios interesados les
conviene describirse a sí mismos como seres atormentados dedicados
en cuerpo y alma a un trabajo hercúleo. Gratificante, es cierto,
pero repleto de privaciones y escaso reconocimiento. En Angel
Elizabeth Taylor dibuja a una autora que utiliza la escritura para
crear su propio mundo. Y no simplemente un mundo imaginario, sino que
a través de lo que gana con su obra puede realizar todos sus sueños.
Eso sí, las cosas nunca son tan bonitas como se pintan.
Lo
cierto es que pocas veces una novelista habrá creado un protagonista
tan repelente como Angel, y que esta sea escritora no puede ser
casualidad. Angel es un ser fatuo, caprichoso, narcisista hasta lo
patológico y, lo que es peor, sin el menor sentido del humor. Solo
en un par de ocasiones, cuando Angel baja las defensas y se olvida de
representar su papel, encontraremos algo de humanidad en ella. Pero,
como le pasa a los personajes que la rodean, tendremos que poner
mucho de nuestra parte para llegar a sentir simpatía por ella, o al
menos compasión.
Esta
Angel Deverell esta inspirada claramente en Ouida y Marie Corelli,
autoras de gran éxito a finales del siglo XIX y principios del XX y
hoy casi totalmente olvidadas. Se trata de autoras de un romanticismo
que hacía las delicias de los lectores menos formados y a la vez
suponían una inagotable fuente de irrisión para los más cultos.
Estamos pues ante un sujeto irresistible del que burlarse, pero
Taylor sabe combinar un humor implacable con una gran capacidad de
percepción y delicadeza. Angel es un ser patético y odioso, pero
también llegaremos a saber el motivo de su comportamiento, lo que la
hace humana.
Taylor
decidió no cebarse en el estilo de Angel, que sin duda daría para
una buena ración de sarcasmos y que aún hoy en día sigue vigente
en numerosos libros (grandilocuencia, estilo engolado, tramas
inverosímiles...). Para ella lo más importante era retratar este
mundo de fábula imaginado por Angel y que una vez llevado a la
realidad se desmorona sin dejar testigos. La realidad sería el
reverso de ese universo romántico y feliz en el que cada capricho es
colmado. Pero todavía queda la imaginación, la capacidad de superar
los obstáculos por el simple método de obviar todo lo que nos
molesta. Otra historia de la literatura.
Editorial
Anagrama
Traducción
de Jesús Zulaika
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