A lo largo del tiempo la
creación de François Rabelais ha sido valorada de muy diferentes
maneras, partiendo del extraordinario éxito popular del que disfrutó
desde su publicación hasta su encumbramiento en el siglo XIX (cuando
Victor Hugo la situó a la altura de Shakespeare y Cervantes), lugar
que ya no ha abandonado. Pero los libros de Rabelais también han
pasando por épocas en las que se los consideraba groseros y de mal
gusto, recelos que de igual manera han pervivido hasta la actualidad
en la apreciación de algunos lectores.
Mijail Bajtin,
extraordinario erudito que dotaba a sus estudios de un fundamento
teórico tan sugerente como exhaustivo era su conocimiento
documental, ya desde el título
completo de su libro, La obra de François Rabelais y la cultura popular en la
Edad Media en el Renacimiento, señala el marco de sus
ambiciones. Porque no se trata de un estudio literario, o al menos
tan solo de eso, sino de una investigación mucho más amplia que
busca situar la obra de Rabelais en su contexto histórico y
cultural, lo que nos permitirá hacer una interpretación ajustada y
completa de unos libros a menudo malinterpretados.
A partir de la descripción
detallada de las más extendidas fiestas, ritos y celebraciones de
ese punto de inflexión para la historia de la cultura en Occidente
que fue el paso del siglo XV al XVI, el tránsito entre la Edad Media
y la Edad Moderna, de una cultura que se había mantenido durante mil
años a un Renacimiento que buscaba el retorno a la Antigüedad,
Bajtin alumbra los orígenes esquivos de una obra que ahora cobra
pleno significado. En los años de la publicación de la obra de
Rabelais se estaba produciendo un cambio completo de paradigmas en el
que, por ejemplo, el sentido de la risa o de lo cómico se trastocó
para siempre. Y si no se tiene esto en cuenta, Gargantúa y
Pantagruel se convierten en un despropósito como salido de otro
planeta.
Hay dos puntos a los que
Bajtin reserva una especial relevancia: lo grotesco y el carnaval. El
concepto de “grotesco” es algo que todo el mundo cree reconocer,
pero que es difícil de describir, lo que ha llevado a que su
definición haya variado a lo largo del tiempo. Pero si alguien
quiere saber realmente en lo que consiste, la pista es sencilla: que
lea a Rabelais. En cuanto al carnaval, hoy en día puede ser difícil
concebir lo que suponía en la Edad Media, una fiesta realmente
popular que podía extenderse durante dos meses cada año, y en la
que todo se volvía del revés, los valores se invertían y la
diversión reinaba. Queda claro, pues, a qué mundo pertenecían
Gargantúa, Pantagruel y todos los personajes del universo
rabelesiano.
Editorial
Gallimard
Traducción
de Andrée Robel
Edición en
castellano de Alianza Editorial
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