En
Guía ideológica para pervertidos el filósofo Slavoj Zizek realiza
un personal análisis de la historia del cine en el que no deja de
soltar hallazgos o paridas, según el punto de vista. Desde su
perspectiva psicoanalística, Zizek considera a los hermanos Marx
como la encarnación del Yo, el Ello y el Superego freudianos,
adjudicando a Harpo el papel de Ello: un ser desinhibido, narcisista
y sin cortapisas. Más allá de equiparaciones dudosas, está claro
que Harpo encarnaba al más alocado de los muy alocados hermanos. Él
era el disparate personificado, el niño salvaje del que se podía
esperar cualquier transgresión.
Con
esta imagen en mente, el verdadero Harpo Marx no puede dejar de
sorprender. En su autobiografía ¡Harpo habla! se nos presenta como
un niño retraído, malo en los estudios y solitario. Poco menos que
un delincuente juvenil, entra en el mundo del espectáculo
acompañando a sus hermanos siguiendo al perfecto plan organizado por
su madre. Harpo relata el proceso de formación, desde sus
actuaciones lamentables en lugares espantosos hasta la gloria y
admiración universales, de manera siempre irónica, distanciada y
con las gotas precisas de melancolía, pero sin caer nunca en la
nostalgia de tiempos felices, pero también durísimos.
Harpo
conoció a la flor y nata de la intelectualidad americana y parte de
la europea. Formo parte de la tertulia del Algonquin y en diferentes
y siempre cómicas circunstancias llegó a entablar amistad con G.
Bernard Shaw o W. Somerset Maugham. Sin embargo, Harpo siempre se
consideró a sí mismo como un analfabeto cuyo único valor entre
gente de tanto rango era el de saber escuchar. En perpetua búsqueda
de la broma, sin tomarse nada en serio, dispuesto a ir más lejos que
cualquiera, Harpo se movía en los ambientes más selectos como lo
había hecho en su humilde barrio de Nueva York: sin preocuparse de
los prejuicios de los demás y pasándoselo en grande.
¡Harpo
habla! no es un libro de memorias al uso, aunque mantiene un
consistente orden cronológico. En realidad se trata más de una
colección de anécdotas, siempre contadas por Harpo con inigualable
gracia, mezcla de su inocencia y su capacidad para desmontar
cualquier aspiración de respetabilidad. Es uno de esos personajes de
los que se diría que le ha pasado de todo, desde ejercer de espía
en la Unión Soviética a convertirse en estrella de Hollywood. Y a
ninguna de estas circunstancias les de más importancia que, por
ejemplo, a una partida de croquet o a su adorada harpa, su gran pasión. Para Harpo lo único importante
era pasárselo bien, por cualquier medio que fuera necesario.
Editorial
Montesinos
Traducción
de Paloma Villegas
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